Ser como er Migue, por Esteban Ordóñez (negratinta.com)

migue benitez por cristina moran

No hay otro grupo que alcance un registro emocional tan extenso como Los Delinqüentes: pueden hacerte reír a carcajadas o llorar de nostalgia. Esa gente se anticipó a las lecciones de la vida. Tenían 18 años y ya sabían lo que hay que saber, y cómo había que saberlo. Al menos lo parecía y nosotros queríamos creerlo. Hacían mascullar de rabia a esos que se pertrechan en la edad para dar lecciones. Tenían 18 años. Ya lo sabían.

Sacaron el primer disco en 2001, El sentimiento garrapatero que nos traen las flores, en poco tiempo consiguieron un disco de oro. Era una época difícil para el mercado. Como dijo Er Migue, Miguel Benítez, la voz, la garrapata padre: “Están los de Operación Triunfo, están los niños estos que se lo comen todo con la academia de los cojones”. Aquellos eran una compota química, un preparado para el éxito, y Los Delinqüentes eran lo contrario. Tenían el sonido y el sabor que ha venido acumulándose durante siglos en la horma de la palabra juventud. A camino de tierra, a mata fresca y, a la vez, a asfalto y a rueda de moto, a exceso, a prisa, a bordillo, a humo de porro, o lo que es lo mismo, a parque y a risa femenina sin cuajar, a enamorarse y a amigo triste y a amor y a gafas de sol de moda y a camiseta de publicidad. A barrio, a música.

El grupo nació en 1998. Su ascenso fue feroz. Coparon los festivales y las listas de ventas como una horda de mongoles con chancletas. Er Migue tenía 15 años y Marcos del Ojo, El Canijo, uno más. Diego Pozo, El Ratón, era algo mayor: había nacido en 1975. Cuando sacaron el primer disco, apenas estrenaban la mayoría de edad. Los cronistas y críticos de la época los miraban con incredulidad y ganas de que aquello fuera a más. Contó Fernando Íñiguez en El País que en el año 2001 el grupo se plantó en la puerta del Festimad, se subieron a una camioneta y tocaron, pidiendo una oportunidad. En los años siguientes, fueron el grupo más reclamado del festival.

Venían de Jerez de la Frontera, tocaban flamenco que sonaba a reaggae, funky, rock, blues. Sus letras les mordían los gemelos a Federico García Lorca, a los Pata Negra. Crearon un surrealismo barriero de San José Obrero y Guadalcacín, donde, de niño, Er Migue conoció a las garrapatas que le marcarían para toda la vida porque era un bicho que te agarraba y no te soltaba y te chupaba la sangre, y donde había de morir en 2004, con tan solo 21 años.

En el escenario eran punkis. Íñiguez hizo la crónica de un concierto en Nerva (Huelva) y relató cómo subieron a las tablas: “Una catarsis salvaje de los tres guitarristas garrapateros rondando en círculo por el escenario, el resto de músicos saltando sin parar y los dos mil jóvenes congregados en la caseta municipal reclamando que no se vayan, aunque sean casi las cinco de la mañana (habían empezado a las tres)”.

El primer tema que oí fue Fumata del ladrillo y me dieron ganas de atracar un banco montado a caballo, gritando y armando bulla. Pero eran las dos de la mañana y yo tenía catorce años. Hacía unos fines de semana que le había pegado las primeras caladas a un porro, en total le habría dado unas 15 ó 20 chupadas en todo ese tiempo, me ponía amarillo muy rápido, pero ya me sentía un fumeta de pleno derecho.

En el coche éramos tres y la litrona, nos aburríamos aunque no lo admitiéramos, pero de pronto aquella algarabía nos metió en una fiesta de chavales desmadejados de risa. Se llamaban por su nombre, “José, que me entra la fatiga, ay, eso ha sido de fumarme las olivas”, y encima uno de nosotros se llamaba José y era el que liaba los canelos. “No tiene papel, se lo ha llevao Rafael”. Nos reíamos, nos lamentábamos de que se nos hubiera olvidado la guitarra. “Aquí estoy descojonao escribiendo esta canción”. La letra contaba una situación trivial. Chavales zarandeados por el colocón que quieren ir al McDonalds, pero no tienen dinero porque se ha quedado en la casona. Esas referencias cotidianas que no pretendían explicarse para que el público lo entendiera nos convencían de que no éramos público, sino que pertenecíamos a ese mundo íntimo, y entonces “la niña miró al petardo y a luego me miró a mí”, y se nos representaban unos ojos azules que no eran de nadie, pero que de pronto estaban en el coche, con nosotros tres y con la litrona.

Luego sonó El aire de la calle que incitaba a llorar y a vivir, y decidí robarle el disco a mi amigo. Se lo pedí a sabiendas de que no iba a devolvérselo. Total, él solía ponerlo como un divertimento pasajero, como una anécdota. Éramos heavies y por un principio de tribu absurdo nos repelía todo lo que sonara flamenco. Éramos tan ignorantes que no comprendimos que aquello estaba más cerca de la pureza del rock que muchos grupos que escuchábamos, que hablaban de pegasos o del Cid simplemente por inercia, por puro mimetismo.

Desmenucé canción tras canción, era uno de esos álbumes que salen cada mucho tiempo porque crean una realidad alternativa, y el mundo, cada siglo, admite un número limitado de tergiversaciones creíbles y deseables. Ser cómo Er Migue parecía la forma más honesta de ser joven. Marcos del Ojo, El Canijo, y él iban por Jerez montados en La Cayetana, la moto de Migue, una Derbi Variant forrada de pegatinas de Kiko Veneno, Triana, Pata Negra. Iban a casa del Ratón para aprender a tocar la guitarra, para perfeccionar.

Migue llevaba camisa de botones y algunas noches se subía a la azotea de su casa e interpretaba los temas que había ido componiendo. Porque la música era como limpiar el aire y así ayudaba a la madrugada en su trabajo de reciclar la vida. Querer ser como Er Migue le hacía a uno comprarse algún colgante y sacarlo por fuera de la camiseta o dar palmas, en mitad de la calle, aunque uno no tuviera amigos flamencos, dar palmas como una advertencia a quien mirara. Ser como Er Migue era una cosa seria.

El poeta garrapatero, el matajare, cantaba siempre con el morro repuntado y la nariz arrugada como si tuviera una plaquita de pus en la garganta (que diría Zoe Valdés), pero sonriendo, consciente de que tenía la carne del aire apresada entre los dientes. Hay ronqueras hechas de décadas de cazalla, de ochos de la mañana y carajillos o de papel de plata, y luego está la de Er Migue, que a saber de dónde sale. Isabel Gutierrez, en Blanco y Negro, dio en el clavo: “No hay quien cuadre esas maneras de hombres maleados con los rostros casi infantiles de tres chavales risueños y alborotados”. Su voz venía de Rafael Amador, tendía al Torta y jugueteaba con las chirigotas o, por ejemplo, en mitad de Tartarichi con el vibrato de Elvis.

Hay una grabación de 1999. La formación no estaba al completo. Faltaba El Ratón. El Canijo abrazaba la guitarra totalmente encorvado y marcaba el ritmo con los dos pies. El Canijo ya jugaba mientras tocaba. Eran niños, con caras de niños y manos de niños. La voz de Migue sonaba menos rasgada. El sonido era sucio, errático, inexperto. Lo llamativo es que sólo faltaban cinco años para que un día de julio de 2004, a las dos de la tarde, su corazón se parara en su casa de Jerez. Acababa de pasar por un centro de desintoxicación en el que no había dejado de componer.

Migue era un chaval que, en mitad de una entrevista, seguía punteando la guitarra, como si le quemaran las manos, sin hacer demasiado caso a las preguntas que se encargaba de responder El Canijo. En cinco años da tiempo a muchas cosas. En aquella grabación, tocan una versión primigenia de El aire de la calle. La letra era algo distinta. En un momento dicen “en mis bolsillos dos talegos de chocolate”. Entonces a Migue se le pone una sonrisa cachorra y desafiante. Camarón juntaba en su quejío todo la tragedia del pueblo gitano, un dolor que no pretendía curarse, sino, simplemente, expresarse. La voz de Er Migue era lo contrario: un bálsamo optimista; fue como Benjamin Button, venía de la vejez, traía una sabiduría paranormal, y no contemplaba otra opción que la de ser cada vez más joven.

Cuando se mudaron a San José Obrero, Migue tenía ocho años. Cuenta su hermano que salió a la calle y no tardó ni media hora en presentarse en la casa con cuatro niños diciendo que eran sus amigos. En 2004 tenía muchos más amigos, por toda España. Ocurrió a las dos de la tarde, Migue salió de la casa, con ocho años, con 21, con todas las edades puestas, con la vida. Me gustaría decir que alguien lo oyó cantar después de las dos de la tarde, mientras caminaba: “Cuando voy solo por la calle, sólo veo gorriones en los árboles. Cuando voy sólo por la calle, golondrinas en los cables”. Eran las dos y alguien lo oyó cantar.

________________________

Los próximos 1 y 2 de noviembre se celebra un nuevo #EncuentroGarrapatero en memoria de #MigueBenitez #VentePaJerez

Programa e info en www.ferpectamente.com/ventepajerez

Foto: Alberto Rumbo, exposición Vente Pa’ Jerez 2014, del dibujo de Migue realizado por Cristina Morán Monje para el libro ‘Los Delinqüentes 10 años de filosofía garrapatera’ de Santiago Secades

El CD suena así de bien, a favor del disco compacto

Siempre vamos a romper una lanza en favor del formato CD. Es un formato que seguimos disfrutando muchísimo y que tiene una calidad de sonido exquisita. Los grandes discos grabados a partir de los 90 fueron concebidos en CD, tanto en sus grabaciones como en sus acabados finales. Y luego están las remasterizaciones a digital de las mezclas y archivos originales de aquellos grandes Lp´s de décadas anteriores.

Con una inversión bastante económica, incluso de segunda mano hay maravillas, con un buen amplificador, un reproductor y unos altavoces, te puedes montar en casa un sistema de sonido de una fidelidad muy alta y meter en tu habitación favorita a Extremoduro, Tabletom, Los Delinqüentes, Pata Negra o Triana.

Además los Cd´s están ahora en precios a la baja. Cómprate el original, garantía de años de disfrute.

#discocompacto #compacdisc #cd #extremoduro #tabletom #losdelinqüentes #triana #patanegra #altafidelidad #ferpectamente

Blues de la frontera revisitado

pata negra blues de la frontera sesion

 

Hemos revisitado el diseño Blues De La Frontera, y estamos así de felices.

Del anterior quedan muy poquitas, y están en liquidación (Tallas S, M, XL).

Las nuevas camis en serigrafía se emparejan en los lotes habituales de vinilo/libro/CD de esta obra inmortal por la que no pasa el tiempo porque sigue estando llena de vida.

En ¡Ferpectamente!

#patanegra #bluesdelafrontera #rafaelamador #raimundoamador #rockgitano #nuevosmedios #pasalavida #lunatico #bodasdesangre #yomequedoensevilla #flamencoblues #flamencopunk #ferpectamente

Foto: José Antonio Sancho

pata negra blues de la frontera camiseta

Bares de barrio, música, cine Quinqui y mucho más

Quinqui Sound Quinqui Bar

Quinqui Sound ha estrenado esta semana esta pasada de ilustración que concentra la esencia de su filosofía que va mucho más allá del sound system musical: bares Manolos con trofeos de petanca, rumba taleguera, Camarón de la Isla, Derbi’s Variant, punk macarra, cine quinqui, cómics underground y un largo etcétera.

La mano mágica la pone el ilustrador alicantino @sergi.dinamita (en instagram).

Próximamente disponible en camiseta en ferpectamente.com/quinquisound

 

Rock Gitano de costa a costa, de Hendrix a Pata Negra

Jimi Hendrix Rock Gitano Ferpectamente

Ricardo Pachón: “Era una música nueva. Los Pata Negra habían escuchado a Jimi Hendrix, Eric Clapton, a los Rolling, Los Beatles, a todos. Tenían sus guitarras eléctricas, tocaban rock, blues y al mismo tiempo eran gitanos cien por cien, de una familia de guitarristas buenísima, los Amador, de padre guitarrista y dos tíos guitarristas. Tenían un background tremendo: flamenco gitano y al mismo tiempo tenían un conocimiento de todo. En ellos la fusión es una cosa natural”.

Raimundo Amador: “Algo de eso sí que hay… Jimi Hendrix es el culpable de lo que soy; también otros, pero él tuvo mucha culpa de todo esto. El rock está dentro de mí desde el principio y salió muchas veces al exterior para acompañar a mi hermano Rafael y a Kiko Veneno… No es ninguna deshonra admitir que este Raimundo Amador viene de allí”.

Rafael Amador: “Me gustaba mucho Jimi Hendrix, Janis Joplin y flamencos como Carmen Amaya, Paco de Lucía y Camarón”.

Del libro ‘Blues de la Frontera, anarquía y libertad de los Amador’ de Marcos Gendre.

En el diseño de @flamencopunk (en instagram) se fusionan el mítico logotipo de Black Flag (banda de hardcore punk de Hermosa Beach, California, Estados Unidos) con el concepto musical Rock Gitano. Raymond Pettibon, el diseñador del logotipo de Black Flag, al usar una bandera negra estilizada representada con cuatro barras de color negro, declaró: “Si una bandera blanca significa la entrega, una bandera de color negro representa la anarquía”.

camiseta-hombre-flamenco-punk-rock-gitano-escudo-negra-00

 

Guitarras Callejeras, el despertar del rock gitano de Pata Negra

En 1979, dos años después de participar en el disco homónimo de Veneno (junto a KikoVeneno) los hermanos Raimundo y Rafael Amador grababan en el pequeño estudio de Ricardo Pachón en Umbrete unas sesiones que no verían la luz hasta 1986 en Nuevos Medios. Entre una y otra fecha habían aparecido los dos primeros discos que Pata Negra grabaron para Universal, ‘Pata Negra’ (1981) y ‘Rock gitano’ (1983).

Como recuerda Pachón, Raimundo y Rafael fueron los primeros en introducir la técnica de la púa en la guitarra flamenca, los primeros gitanos rockeros que absorbieron toda la música que oían en las calles de Sevilla, del flamenco al blues y al rock de Jimi Hendrix o Janis Joplin, pasando por el jazz manouche de Django Reinhardt. Y en este disco sus guitarras callejeras brillan más que nunca, trenzándose la una con la otra con una energía descomunal a lo largo de extensos crescendos.

Se atreven con un corrido mexicano (‘Juan Charrasqueado’), pero donde más brillan es en los rockanroles: tanto el ‘Rock del Cayetano’ como ‘Pata palo’ son piezas maestras, de antología.

‘Ratitas divinas’ radiografía la pobredumbre de los extraradios sevillanos donde crecieron (el Polígono San Pablo, Las Tres Mil…), y ‘Morao mellizo’ es un jugoso instrumental, igual que el primer bonus track, titulado precisamente ‘La pata negra’. El otro es una versión de ‘Los mánagers’ sin vientos, mucho más callejera y acorde con el resto del disco. Una gozada de la cabeza a los pies. Para mí, el mejor disco de Pata Negra, incluso superior al aclamado ‘Blues de la frontera’ (1987).

[Esteve Farrés, artículo para la revista Rock de Lux]

Pata Negra en Ferpectamente, link


Foto interior del libreto: Mario Pacheco

Bajarse al moro, Pata Negra y los “yeyés de mierda”

Pata-Negra-Ferpectamente-02

Pata Negra en ‘Bajarse al Moro’. Dos minutos y once segundos de gloria. Empezamos a contar transgresiones y fusiones.

1.- En el madrileño barrio de Lavapiés conviven: unos músicos sevillanos, los Pata Negra de Rafael Amador, que ensayan en la terraza donde a todos nos gustaría vivir, y reciben las quejas de un señor cascarrabias que no tiene paciencia ni sabe de arte.

2.- En el piso de enfrente, Jaimito (Juanjo Echanove) disfruta del “hilo musical” mientras hace sandalias con su camiseta de los Sex Pistols, posiblemente comprada en el rastro de Madrid, y ‘juma’ y ayuda a su mascotita ‘Humphrey’ tirándole el humo pa’ que no se amuerme.

3.- El vecino de los Pata Negra la emprende con ellos y le tira a Rafalillo la guitarra porque dice que no le dejan dormir y que son unos “yeyés de mierda”. La guitarra cae sobre el capó del Citroen 2CV del cura “enrollao” (Miguel Rellán).

4.- A la detención del vecino asisten, nuevamente desde el balcón de enfrente, Jaimito, Chusa (Veronica Forqué, que interpreta a la hermana de Jaimito, la experta en bajar al moro), Alberto (el novio de Chusa, que es policía –Antonio Banderas-) y doña Antonia (la madre de Alberto –Chus Lampreave-), que raja y critica a esos “salvajes”, mientras los demás pasan de la brasa, cual “cara ‘peo” jjjjj.

Hay películas que no envejecen y ‘Bajarse al moro’ es una de ellas. La de veces que la habremos visto. Rodada en 1988 por Fernando Colomo, es una adaptación de la obra de teatro homónima de José Luis Alonso de Santos.

Creo recordar que leí en la biografía de Luis Clemente que incluso había un papel reservado para Raimundo Amador en la película, pero las relaciones con Rafaelillo ya eran algo tensas entonces y no fraguó. A los pocos meses de aquel rodaje, el 16 de febrero de 1989, Pata Negra dio su último concierto en la sala Zeleste Barcelona con los hermanos Amador juntos (actuación que quedó registrada en el fabuloso álbum Pata Negra ‘El Directo’).

Por cierto: tres datitos más. El bajista y guitarra de Pata Negra en la película y por aquel entonces es Juanjo Pizarro, que en paz descanse, fallecido recientemente (el 1 de enero de 2021). Guitarrista de Dogo y Los Mercenarios, de Silvio y Sacramento, productor de Reincidentes

La banda sonora de la película la grabaron Rafael Amador (voz, guitarra y batería) y Raimundo Amador (guitarra y bajo). Y el disco (publicado por Nuevos Medios el mismo año que ‘Blues de la Frontera’) está en youtube, spotify, etc

¡Ah! Y el señor cascarrabias era el suegro de Fernando Colomo jjjj.

Va por todos ellos. Salud y viva el verde reverde.


Foto de Pata Negra: Mario Pacheco

Sección de Pata Negra en ferpectamente.com, aquí 

Rock gitano y blues sin fronteras de Pata Negra

Pata-Negra-Ferpectamente-Rafael-Raimundo-Amador

“Siempre digo que es nuestra referencia, porque antes de que fuera conocido el disco de Veneno, ya estaban Los Chichos, Las Grecas. Pedazos de artistas que son. Los Chorbos. Pero claro, hasta que llegó Pata Negra, no se vio a ningún artista gitano que tocara la batería, la guitarra eléctrica, el bajo, de esa forma. Yo no lo he visto. No está escrito en la historia. A lo mejor me equivoco, pero yo no lo he visto. El disco de Los Chorbos me encanta, sonaba a funk. El tema “Vuelvo a casa” me suena a la intro de ‘Shaft’. Me encanta. Pero claro, son músicos puestos para acompañar a esos gitanos”. Palabras de Luis Amador en el libro ‘Blues de la frontera. Anarquía y libertad de los Amador’ de Marcos Gendre.

Agotado hace unos días, pero… ¡Ya tenemos stock nuevamente en ferpectamente.com!


Pata Negra (Rafael Amador y Raimundo Amador) en Nueva York. Foto: Ángel Fernández.

Presentación: Ropa y Música de Artistas Transgresivos

Decía Migue aquello de que “si te defines eres más feliz”. Y parece que es difícil definirse en los tiempos que corren.

Nosotros para este nuevo e ilusionante proyecto hemos juntado algunas frases en las que mirarnos e inspirarnos para no perder el camino:

“En ¡Ferpectamente! recogemos toda la experiencia acumulada en el comercio online desde 2009 por la Tienda Matajare y renovamos y abrimos nuestro campo de acción para ofrecerte mucho más: Ropa, música, libros, merchand… de artistas y artesanos de raíz, muy vinculados a la fusión de estilos con una perspectiva propia, transgresiva y abierta de mente”.

Así es: Queremos dar un pasito más y poco a poco ser el altavoz para difundir propuestas culturales transgresoras de ayer, de hoy y del mañana. Desde nuestro blog, nuestras redes y nuestra tienda. Y lo haremos ferpectamente, lo mejor que podamos.

Gracias a todos los artistas, artesanos y currantes de la industria cultural que han aceptado nuestra invitación y se han unido desde el principio, cuando todo era un proyecto en boca y no había nada físico ni virtual que poder ver ni tocar: Boom Boom Rock’n’Roll, Derby Motoreta’s Burrito Cachimba, El Pau, Warner MusicExtremoduro, Los Delinqüentes, Triana-, Flamenco PunkLas Gipsy Rock, La Tarambana, Matajare, Niño Libre, Pablo Barraka, Palocortao, Nuevos MediosPata Negra, Ray Heredia-, Smiling Bulldogs, Space Surimi, Josema Pelayo

Gracias a los técnicos informáticos (Borja Bernal, Ángel Río) y especialmente a Mireya Rojas por embarrarse conmigo.

Seguiremos lanzando invitaciones, intentando subir la velocidad y recorrer nuestro camino “con respeto, como dice mi abuelo”.

Estáis todos y todas invitados al viaje ;D


Foto: Manu Benítez y Migue Benítez en su casa en 1998.
© Matajare / Ferpectamente