Tras meterse en fregados y jardines varios, Kiko Veneno, empujado a empeñotes por su amigo Santiago Auserón, se lía la manta a la cabeza y se dedica a componer a base de bien. Su paso por los 80 había quedado de lo más translúcido tras una serie de trabajos que no estaban a la altura de lo que él había sido (y de lo que él era). Porque, seamos francos, desde que grabara “Veneno” (CBS, 1977) con los hermanos Raimundo y Rafael Amador (los tres juntos: Veneno) bajo la dirección de Ricardo Pachón, ningún productor había sabido rematar lo que Kiko hacía. Auserón le pone las pilas y le dice que lo suyo es escribir, que eso es lo que tiene que hacer. Primer punto a favor: Kiko le hace caso (y cómo). Segundo punto a favor: Kiko encuentra en Joe Dworniak a un productor que le entiende y con el que puede grabar tranquilamente.
El resultado es de justicia poética. «Échate un Cantecito» (BMG Ariola, 1992) recoge el éxito que el cantante se merecía desde aquel «Veneno», repitiendo el buen tino que tuvo en 1977. Porque no sólo encuentra un productor que le comprende (eso no hubiese sido suficiente). Kiko además está pletórico. Las melodías de las diez canciones que componen el disco se le pegan a uno inmediatamente y no le abandonan nunca. Y no sólo eso. «Échate un Cantecito» es el disco melancólico más alegre de la historia que hace que nos creamos por un momento esa gran mentira de «el que canta, sus males espanta».
- Disco de vinilo (long play) edición especial del sello Sony-Legacy con el vinilo en color rojo
2. El mensajero
3. Echo de menos –
4. Superhéroes de barrio
5. Me siento en la cama
6. Fuego
7. Salta la rana
8. Joselito
9. Reír y llorar
10. En un mercedes blanco